22/7/11

The show business

Un concurso de talentos en un centro de recreación comunitario. Hubo malabares, magia, música, bailes. Hasta participó un gato que tocó Smoke on the water en un teclado. La competencia estaba reñida.
Entran los siguientes participantes: Padre, madre, hijo, hija, abuela y perro.

Uno de los jueces: ¿Que van a hacer?
Padre: La mejor obra que una familia puede presentar.
Uno de los jueces (sonríe): Una obra familiar. Me gusta. Por favor, comiencen.
.
Ante el permiso de uno de los jueces, el padre se rasga la ropa, le arranca la ropa a su mujer, la tira sobre el piso y comienza a tener sexo con ella. La abuela se sienta sobre la silla, se abre de piernas y mete la cabeza de su nieto de lleno en su vagina. La nena llama al perro, agarra su pene y se lo mete en la boca, saboreándolo con la lengua y metiéndoselo hasta la campanilla.
El padre se levanta, da vuelta a su señora, y la penetra analmente por primera vez en su vida. El dolor desgarra a la mujer, y las lágrimas se mezclan con los mocos y la saliva, y la sangre con la caca que chorrean juntas. El nieto se tranza a la abuela, empieza a retorcerle sus tetas caídas, y deja que la nona lo masturbe. El perro no se aguanta y se culea a la nena furiosamente. Papá hace pis sobre la cabeza de mamá, pasa la lengua en el charco de lágrimas, mocos, baba, sangre y meo, le arranca los dientes a la hija y le pone el pito en la boca mientras ella recibe las sacudidas del perro. El hijo deja a la abuela, va con la madre y le mete el puño en el orto, agarra el intestino con la mano y saca un pedazo hacia fuera. Papá comienza a culearse al perro. La nena queda tirada en el piso llorando. 
La abuela comienza a cagarse en su mano, se pasa la mierda por el cuerpo, y se tira sobre la nieta, para seguir cagando y meando dentro de su boca. La mamá arranca el vello púbico de su hijo y se lo pega en la cara a modo de bigote, grita “Mein Führer” y comienza a golpear salvajemente a la abuela cubierta de caca. El sonido de los huesos rotos y los órganos reventándose se complementan con los gritos de la hija al ser doblemente penetrada por el papá y el perro. El nene se une al trío y mete el pito en la boca de su hermana, hasta que su semen comienza a chorrear por la nariz de la nena. Luego el papá se ensarta al hijo, y comienza a correr en círculos con el chico colgando de su pija, dejando un rastro de sangre y caca alrededor del escenario. La abuela le arranca los dedos de los pies a su hija (la madre), y mientras canta la marcha peronista, le mete su pierna prostética en el orto al padre. El perro arranca y se come los ojos del nene y comienza a meter su pito en los agujeros obtenidos, mientras que la nena comienza a masturbarse, de la manera más dolorosa, con los dedos de su madre. La abuela arranca los pelos del culo del padre con una navaja, quitando en el proceso trozos de piel y músculo, y se los pone en la cabeza, afirmando ser la reina del baile. 
La madre, que no puede levantarse, es penetrada repetidamente por el perro, y el nene vuelve a coger con su hermana, mientras se come los dedos de su madre y los pezones cercenados de su padre, los cuales se los tiró la abuela. El padre le rompe el cuello a la abuela, tira de sus tetas hasta que se desprenden de su pecho, y comienza a rebuscar entre las tripas con las dos manos, hasta que arranca el intestino grueso y comienza a ahorcarse con él mientras se pajea. La madre, con el brazo prostético de la madre, comienza a golpear al perro hasta convertirlo en una pila de carne peluda cubierta de sangre. Los hermanos comienzan a defecarse y a tirarle soretes al público. La madre pone un trozo del perro sobre la cabeza de la hija y la prende fuego. La hija corre por el escenario gritando y llorando, hasta que el padre apaga el fuego a patadas, amputa los brazos y piernas de su hija, comienza a tener sexo con el torso carbonizado hasta acabar sobre lo que quedó de los párpados , mientras que el hijo y la mamá se comen las extremidades amputadas. 

En medio de todo esto, aparecen 2 tipos, con las mascaras de Videla y Perón respectivamente, y comienzan a masturbarse mutuamente. Aparecen otros 2 tipos, disfrazados de Cortazar y Bukowski, y los 4 personajes comienzan a cogerse y chuparse entre sí. A los 10 minutos, son obligados por la familia a chuparse sus propias pijas, por lo que se comienzan a inclinarse, desgarrándose y quebrándose, dejando ver trozos de costillas perforando la piel, hasta que mueren desangrados con su propio semen en la boca.

El acto finaliza con el padre, la madre, y el hijo arrojando los restos de la abuela, la nena y el perro al público.

Los jueces, cubiertos por una capa de sangre, caca, y semen, preguntan el nombre de semejante obra.

Familia: ¡Los Aristócratas!

Todos ríen. El concurso siguió, pero era sabido quién iba a ganar. Ya estaba decidido. Nada podía competir contra el gato tecladista.

5/7/11

Las crónicas del Gordo Hijo de Puta: El mundo perdido (II)

Me entregué a la jauría con los brazos abiertos, con el pecho descubierto, los ojos cerrados y el culo apretado. Quería mantener mi dignidad antes de morir. El clac clac de los tacones chocando contra el cemento era la muerte que se acercaba.

Y un motor rugió.

Un Fiat 600 rojo de vidrios polarizados se interpone entre mi persona y la sanguinaria masa travesti, convertida ahora en gritos de guerra escondidos detrás de un escarabajo motorizado.
La puerta se abre y una espesa niebla sirve de felpudo a una oscura entrada. No sabía quien o qué me esperaba dentro del auto, pero sí sabia quienes o qué era lo que me esperaba del otro lado. No lo pensé. Me tiré adentro del fitito. Tuve que forcejear un poco para poder entrar del todo. Alguien cerró la puerta, los neumáticos quemaron el asfalto, y el sonido de los tacos se perdía en la lejanía.

“Ya me podés soltar” dijo el asiento del que me había agarrado con fuerza.
“Y también podés cerrar la boca” dijo el mismo asiento el cual estaba cubriendo en saliva.
El asiento resultó ser el conductor, un pibe de unos 18 años, digamos 1,80 de altura, rapado, con un brazo completamente tatuado y vestido con ropa de guerrilla. Inspiraba confianza.

Yo: ¿Quién sos y a donde vamos?
Conductor: Soy Gus, y vamos al Refugio.
Yo: ¡Buenísimo!

No tenía la menor idea de lo que pasaba, no sabía que era el Refugio y si Gus alguna vez pensó en usar un parche, pero la situación me excitaba. Decidí guardar silencio, mantener vivo el misterio era lo que me motivaba a quedarme dentro de ese auto. Además Gus no parecía ser del tipo conversador.

Gus: ¿Che, cómo terminaste en esa situación?
Yo: Shh, ¿te molesta? Estoy tratando de disfrutar el momento, Gus.
Gus: Perdón, yo solo quer…
Yo: Gus. Shh.

Luego de unos 20 minutos de viaje, paramos en una plaza, frente a una catedral.

Yo: Che, pará, yo conozco este lugar. Estamos en San Justo.

Gus no contestó. Apagó el motor. Salió y se dirigió al interior de la iglesia. Antes de entrar con él, dí una mirada alrededor. Una ciudad muerta. Cielo negro. La cabeza de Ronald McDonald estaba clavada en una estaca. Este lugar alguna vez supo estar llena de pendejos ruidosos, de parejas en busca de otras parejas, de hippies, de artesanos, de hippies artesanos, y  con un viejo y su pony o mula o llama o algo parecido.
¿Que pasó? La respuesta se encontraba dentro de la catedral

El Refugio era, en efecto, un refugio. Hombres, mujeres y niños se encontraban dentro, cocinando, charlando, durmiendo, comiendo. La humanidad era ruidosa. Seguí a Gus en linea recta desde la entrada principal Los asientos fueron usados como camas. Hileras de sabanas y cabezas cubriendo hileras de madera. Gus se detuvo frente a uno de los bancos y me presentó a un treintañero fornido, canoso, alto y de nariz aguileña, y a su, asumo, hija, de unos 15 pirulos. El tipo me tendió su mano. La acepté.

Treintañero: Bienvenido, extraño. Soy Marcos. El líder de este lugar. Y ella es Susana, mi hija.
Yo: Mucho gusto. Yo soy…
Susana: ¡El gordo hijo de puta!
Yo: ¿Qué? No soy gordo, Susanita. Solo soy demasiado petiso para mis músculos.
Susana: Mentira, sos un gordo horrible... y también la causa de esta catástrofe.

Y la vida dentro del Refugio calló.

30/6/11

Stinks like teen spirit

Una de las consecuencias de que sobreviva un chico es que se convierte en un adolescente. Versiones sofisticadas, estilizadas y mejoradas de los pendejitos de 1 a 13 años que siguen siendo igual de sucios, molestos, e irritantes que sus avatares pasados, pero que ahora traen consigo una nueva característica: El sentimiento de individualidad adolescente.

Es la adolescencia el momento de la vida donde comienza a tomar forma ese feto amorfo al que llaman personalidad. Y sí, quieren que seamos testigos de ese crecimiento humano aunque eso signifique reprimir deseos de practicarles una lobotomía con hierro ardiendo.
Muchos de los adolescentes se preocupan más en coger y pasarla bien que en deprimirse dentro de un pozo existencialista, pero en la búsqueda de la individualidad, son tantos los chicos que se sumergen en tantos clichés, que la ironía siquiera puede abarcar el cuadro completo:

-         El adolescente busca, como tantos otros, ser diferente de la mayoría, lo cual implica adquirir actitudes que copiará de otros marcos de referencia, acentuando sus discapacidades mentales con modismos lingüísticos y vestimenta, para luego formar parte de una nueva mayoría.
-         El adolescente busca ser controversial, tomando posiciones en contra de lo políticamente correcto por el simple hecho de ser controversial, hasta que lo políticamente incorrecto se vuelva correcto y una nueva camada de adolescentes idiotas tomen la posición contraria.
-         El adolescente brinda su opinión sobre cualquier tema, aunque nadie se la haya pedido.
-         El adolescente no puede evitar ser un imbécil.

Lo que resulta asqueroso es oír esos eslóganes con los que pretenden justificar y legitimizar su individualidad. Algunos ejemplos:

-         Es mi opinión y no me importa si te ofende: Ah, la clásica actitud FUCK EVERYTHING, tan trillada y manoseada que da asco el solo estar en presencia de ella. El adolescente, por alguna razón, piensa que su opinión es lo suficientemente controversial como para que alguien con dos dedos de frente se sienta amenazado por la falta de coeficiente intelectual. En gran parte de los casos, las opiniones no son más que meras observaciones subjetivas del adolescente, mierdecillas que pretende presentarlas como grandes revelaciones transgresoras en la sociedad. Culquiera sea la situación, los únicos que toman en serio sus opiniones son aquellos que no pudieron sacarse la cabeza del recto a tiempo.
-         Así soy yo, jodete si no te gusta: Tampoco se pueden pasar por alto las constantes referencias que el adolescente hace a su persona. Sus gustos musicales, sus películas favoritas, sus libros favoritos (en el caso de que los lea, generalmente Nietzsche y el best-seller del momento), sus aficiones, sus sueños y sus metas son compartidas con todo aquel que les dirija la palabra. Esta frase suele ser usada en personas que no poseen interés alguno en su personalidad.
-         Soy raro/a: Otro hit de la adolescencia. No comprendo este fetiche por querer ser raro, lo que sea que signifique eso, y dictarlo como si fuese real y medible. Si no te gustan los autos en un círculo de gente que gusten de los autos, sos raro. No sos una minoría estadística, no, SOS RARO. En la visión polarizada adolescente no existen los matices. Sos o no sos. Y si sos, es obligación hacerlo público, que el prójimo se entere de tu gusto por el gore, los videojuegos, el anime, y las películas clase B, por más que hayan millones de personas que gusten de lo mismo. Si tu prójimo no forma parte de ese millar, tu rareza se mantendrá intacta.
-         -La gente dice que soy raro/a: Es una variación del anterior eslogan, solo que esta proviene de la observación ajena, de aquellos que gustan de autos y se enteraron de la existencia del raro.

Lo único bueno dentro de la adolescencia es saber que todo está en su lugar, y que las chicas tienen las tetas y el culo firmes, por lo que uno puede disfrutar de la falta de pudor de varias jovencitas, ya sea en el colectivo, en la playa, o en Internet, donde abundan las pendejas que gustan de sacarse fotos de las tetas y el culo desde todas las perspectivas posibles, cubriendo cualquier recoveco en el que deba hacerse uso de la imaginación.
Además, al estar en proceso la formación de sus personalidades, los adolescentes son altamente manipulables, y realmente útiles si se procede correctamente, a diferencia de los niños que son una cagada inservible. Pero eso no quita que sean excedentes de humanidad y que deban ser propiamente desterrados de la superficie terrestre, junto con los mayores de 21 años que quedaron con sus cabezas atascadas en sus propios rectos.